Incontinencia urinaria​

Incontinencia urinaria

Se define como la pérdida involuntaria de orina, es decir, cuando no somos capaces de controlar la salida del “pipi”. Esta disfunción, a pesar de estar normalizada en la población femenina, supone un problema social y de higiene para quien lo padece, obligando, en ocasiones, a adoptar ciertas estrategias, como el uso de compresas.

Existen varios tipos de incontinencia:

  • De esfuerzo, nos referimos a aquella que ocurre cuando se produce un aumento de presión sobre la vejiga con algún esfuerzo, como toser, estornudar, correr, saltar, coger peso, etc.
  • De urgencia, también conocida como vejiga hiperactiva, se caracteriza por la pérdida de orina precedida de una repentina e intensa necesidad de orinar que suele venir acompañada de un aumento en la frecuencia miccional, diurna o nocturna.
  • Mixta, es una combinación de los dos tipos mencionados anteriormente, donde se experimentan síntomas, tanto de incontinencia de esfuerzo, como de urgencia.
  • Por rebosamiento, se produce cuando la vejiga no se vacía completamente, lo que lleva a fugas constantes o frecuentes, debido a la sobrecarga de la vejiga (lesiones medulares, esclerosis múltiple, …).

Cada tipo de incontinencia urinaria puede ocurrir por diversas causas y requerir enfoques de tratamiento específicos, según la gravedad y la causa subyacente (si es antes o después del embarazo, durante la menopausia, como deportista, asociada al trabajo, …). Es por ello, por lo que desde la fisioterapia uroginecológica adaptamos los tratamientos a las necesidades de cada paciente, reforzando la musculatura del suelo pélvico, como de la faja abdominal, normalizando el juego de presiones dentro del abdomen, sin olvidarnos de los hábitos posturales y la educación higiénico-dietética, con el apoyo de diferente aparatología (electroterapia, biofeedback, radiofrecuencia, ecografía, …).   volver ↑

Incontinencia anal

Sucede cuando se produce la pérdida involuntaria de heces o gases con las actividades diarias. Esta disfunción afecta negativamente a la calidad de vida de quienes la padecen, causando vergüenza, incomodidad y limitaciones en las actividades diarias.

Aunque se suele asociar con el envejecimiento, existen diversas casusas que pueden contribuir al desarrollo de la incontinencia anal como pueden ser las cirugías perianales, el estreñimiento distal, o los traumatismo perineales, como el parto instrumentalizado.

La fisioterapia de suelo pélvico ha demostrado ser, en estos casos, el tratamiento de primera línea con mejor tasa de éxito.  volver ↑

Fisura anal

Son pequeñas grietas o úlceras en el revestimiento del canal anal (mucosa) que causan dolor y malestar durante la defecación. Puede afectar a cualquier persona de cualquier género debido a diversos factores, como el estreñimiento crónico, el esfuerzo excesivo durante la evacuación, el parto o como consecuencia de ciertas enfermedades, como la enfermedad de Crohn o la colitis ulcerosa.

Los síntomas más comunes de la fisura anal incluyen dolor intenso durante y después de la defecación, sangrado, picor anal y espasmos musculares en el área del esfínter anal. Estos síntomas interfieren, significativamente, con el uso del baño, llegando a provocar un estreñimiento secundario.

El tratamiento conservador con fisioterapia de suelo pélvico está basado en mejorar la vascularización de la zona afectada con el fin de mejorar la cicatrización, regular la tensión muscular en la zona del esfínter anal y aprender técnicas defecatorias: postura evacuatoria correcta, sincronizada con la respiración (NO pujar) y acompañarse de buenos hábitos alimenticios.  volver ↑

Prolapsos vaginales

Ocurren cuando los órganos pélvicos de una mujer (vejiga, útero y recto) se desplazan de su posición normal y se protruyen dentro o fuera de la vagina, como consecuencia de una debilidad de los elementos de sostén (músculos del suelo pélvico, ligamentos o fascias), lo que puede resultar en una sensación de pesadez o presión en la pelvis, sensación de bulto en la vagina, dificultad para la defecación, dolor en las relaciones sexuales e incluso la visibilidad de los órganos a través de la abertura vaginal. 

Estos síntomas pueden variar en gravedad:

  • Grado 1 y 2, no traspasan el orificio vaginal. Son considerados los más leves, en los cuales, se recomiendan medidas conservadoras donde la fisioterapia de suelo pélvico ayudará a reducir y/o mejorar el descenso visceral y, sobre todo, evitar que con el paso del tiempo la situación se agrave más.
  • Grados 3 y 4, traspasan, en los casos más graves, la entrada de la vagina. Aquí ya puede ser necesario recurrir a intervenciones quirúrgicas para reparar los tejidos dañados, aunque se hace indispensable el trabajo de la fisioterapia de suelo pélvico como complemento a la misma, tanto previo a la cirugía, potenciando los resultados, como en la postcirugía, evitando las posibles recidivas.

Existen numerosos factores que pueden conllevar a la aparición de un prolapso vaginal: embarazo, tiempo del expulsivo, estreñimiento, tos crónica, obesidad, menopausia (descenso estrógenos), deportes y/o actividades hiperpresivas (levantamiento de pesos, músicos de viento), cirugías abdominopélvicas, sin olvidarnos de los factores genéticos, entre otros.  volver ↑

Síndrome Genitourinario

Antiguamente mal llamado “atrofia vulvovaginal”, es una condición común que afecta a muchas mujeres durante la transición hormonal que experimentan en esta etapa de la vida, la menopausia, donde se produce un cese natural de la menstruación, debido a la disminución de la producción de hormonas sexuales femeninas, especialmente, estrógeno y progesterona.

Durante esta etapa, a medida que disminuyen los estrógenos, las mujeres pueden experimentar cambios en el tracto genitourinario que incluyen diversos signos y síntomas como:

    • Sequedad vaginal
    • Sensación de quemazón
    • Picor vaginal
    • Pequeñas fisuras en la horquilla vulvar o en las paredes vaginales
    • Alteraciones en la flora vaginal
    • Disminución de la lubricación
    • Molestias o dolor con las relaciones sexuales con penetración
    • Sangrados postcoitales
    • Aumento de la frecuencia urinaria, urgencia miccional, incontinencia urinaria e, incluso, infecciones del tracto urinario (ITUs) recurrentes.

Pero, este hipoestrogenismo no solo se da durante la menopausia, si no que puede ocurrir también en otras situaciones como en la menopausia quirúrgica, después de la extirpación de los dos ovarios; durante la lactancia materna o con determinados tratamientos como la toma de anticonceptivos o la radioterapia/quimioterapia.
La fisioterapia te puede ayudar en estos momentos a través de diferentes técnicas, dependiendo de la severidad y frecuencia de los síntomas. El objetivo principal irá encaminado a aumentar la vascularización de la zona, mejorando el trofismo y la lubricación.  volver ↑

Síndrome dolor pélvico crónico (SDPC)

El dolor pélvico crónico (DPC) es una condición bastante debilitante, realmente difícil de diagnosticar que afecta a millones de personas en todo el mundo.
Este tipo de dolor se localiza en la parte inferior del abdomen y la región de la pelvis que se prolonga, al menos, durante 6 meses o más y que puede tener diversas causas, incluidas alteraciones musculoesqueléticas, disfunciones viscerales y neuropatías, entre otras.

En la mayoría de los casos, no se suele identificar la causa que origina el dolor (a pesar de que pudo tener un factor desencadenante real como una infección, una cirugía o un traumatismo obstétrico), lo que lleva, a quienes lo padecen, a una búsqueda constante de especialistas, prolongando así el tiempo, hasta obtener un diagnóstico y tratamiento adecuados, afectando, significativamente, a la calidad de vida de quienes lo padecen, ya que suele implicar consecuencias muy negativas a nivel cognitivo, emocional y social.

Los síntomas del SDPC suelen ser muchos y muy variados, con diferentes localizaciones a nivel del tracto urinario (dolor o escozor al orinar, urgencia miccional), a nivel ginecológico (dolor durante las relaciones sexuales, dolor, picor ardor en la zona genital o periné), a nivel proctológico (dolor al defecar).
La endometriosis, la vestibulitis vulvar, el síndrome de dolor miofascial, el atrapamiento del nervio pudendo, lesiones perineales postraumáticas o la coxigodinia se engloban dentro de este SDPC.

En esta situación, la fisioterapia uroginecológica emerge como la opción terapéutica más efectiva y segura, sin riesgos ni efectos secundarios, especialmente, cuando se aborda desde una perspectiva biopsicosocial y multi e interdisciplinar.  volver ↑

Cicatrices

Las cicatrices son el resultado visible del proceso natural de curación del cuerpo después de una lesión, cirugía o trauma en la piel u otros tejidos. Se forman cuando el cuerpo repara y regenera el tejido dañado, creando un tejido conectivo que reemplaza al tejido original. 

Aunque son parte del proceso natural de curación y varían según la fisiología de cada persona, no conservan las propiedades elásticas del tejido sano, existiendo un riesgo de formación de cicatrices anómalas. Por ello, iniciar el tratamiento con fisioterapia lo antes posible es fundamental para prevenir cualquier secuela:

    • Zonas más hundidas o engrosadas que pueden volverse dolorosas
    • Limitaciones en la movilidad de los tejidos 
    • Trastornos en la sensibilidad como hipoestesias, hiperestesias, disestesias o alodinias

La fisioterapia se convierte, así, en una herramienta crucial para prevenir y abordar estas complicaciones comenzando tras la retirada de las grapas/puntos.

Tipos de cicatrices:

    • Inmadura: se observa rojiza, elevada, más prominente y con una textura más irregular que se da en etapas tempranas del proceso de cicatrización, donde el tejido cicatricial aun está en desarrollo y no ha alcanzado su madurez completa. Es parte normal y necesaria del proceso de curación, pero es importante monitorear de cerca la cicatriz y seguir las recomendaciones.
    • Madura o Normal: es el resultado final del proceso de cicatrización de una herida. En esta fase, la cicatriz ha perdido su aspecto inicial inflamatorio y ha adquirido una apariencia más plana, pálida y suave, en comparación con la piel circundante. Si bien es posible que la cicatriz nunca desaparezca por completo, con el tiempo, tiende a volverse menos evidente y problemática para la persona afectada.
    • Atrófica: se caracteriza por tener una apariencia hundida o deprimida, en comparación con la piel circundante. Pueden tener diversas causas: acné, varicela, heridas profundas, cirugías, quemaduras, etc.
    • Hipertrófica: es un tipo de cicatriz anormal que se forma como resultado de un exceso de producción de tejido cicatricial (colágeno) durante el proceso de curación de una herida, pero que no se extiende más allá de los bordes de la herida inicial. Se presentan como elevaciones en la piel, de color rojo o rosado. Inicialmente, y pueden causar picazón, sensibilidad, e incluso, dolor. Algunas personas son más propensas a desarrollar este tipo de cicatrices.
    • Queloide: es otro tipo de cicatriz anormal que se caracteriza por un crecimiento excesivo del tejido cicatricial, más allá de los límites de la herida original. Estas cicatrices son, generalmente, más grandes, gruesas, elevadas y prominentes que la lesión original y pueden tener un aspecto abultado, irregular y de coloración más oscura que la piel circundante.
      Las cicatrices queloides pueden desarrollarse en cualquier parte del cuerpo, pero son más comunes en áreas donde la piel está sujeta a tensión o fricción, como el pecho, los hombros, la parte superior de la espalda, el cuello y las orejas.
    • Retráctil: se forman cuando hay una perdida significativa de tejido durante el proceso de cicatrización, como las que se dan en quemaduras graves y cirugías extensas, lo que resulta en una disminución de la elasticidad y la flexibilidad de la piel. Se caracterizan por causar retracción o contracción en la piel circundante, lo que puede provocar deformidades visibles en la apariencia de la piel y restricciones en el movimiento.  volver ↑

Disfunción sexual

Una disfunción sexual se refiere a un problema experimentado durante cualquier fase del ciclo de respuesta sexual (deseo, excitación y orgasmo) que impide que el individuo o la pareja disfruten plenamente de la actividad sexual. 

Entre las disfunciones sexuales más comunes en la mujer se incluyen:

    • Dispareunia, es el dolor asociado a la penetración vaginal que puede darse durante o posterior a una relación sexual o en una exploración ginecológica, por ejemplo. Este dolor pude sentirse a nivel más superficial, en la entrada de la vagina, y suele estar relacionado con problemas como la falta de lubricación vaginal, irritación o inflamación de las mucosas, infecciones del tracto urinario o cicatrices quirúrgicas. Mientras que otras mujeres lo describen a nivel más profundo, pudiendo estar asociado con patologías medicas como endometriosis, enfermedad pélvica inflamatoria, fibromas uterinos, quistes ováricos o adherencias pélvicas.
      Las causas de la dispareunia suelen ser diversas y pueden incluir no solo factores físicos, sino psicológicos (ansiedad, estrés, experiencias traumáticas pasadas relacionadas con el sexo, problemas de pareja o baja autoestima) o una combinación de ambos.
    • Vaginismo, se caracteriza por la contracción involuntaria y persistente de los músculos que rodean la vagina, lo que dificulta o imposibilita la penetración vaginal, ya sea durante la actividad sexual o un examen ginecológico. Las causas del vaginismo pueden variar y a menudo son multifactoriales.  
    • Anorgasmia, es la incapacidad para alcanzar el orgasmo, a pesar de una estimulación sexual adecuada, lo que suele generara angustia y afectar a la satisfacción sexual y a las relaciones interpersonales. Al igual que sucede con otras disfunciones sexuales, las causas son variadas y multifactoriales.

Es importante destacar que el tratamiento de las disfunciones sexuales puede requerir un abordaje multi e interdisciplinar que incluya la colaboración entre fisioterapeutas, terapeutas sexuales, psicólogos y otros profesionales de la salud, según las necesidades individuales de cada persona.   volver ↑

Diástasis abdominal

La diástasis abdominal no solo es un problema estético donde los músculos rectos del abdomen (la famosa tableta de chocolate) se separan de su línea media, creando una separación entre ellos y dando lugar a un abdomen prominente y un ombligo extraño, sino un problema funcional que puede comprometer dolores lumbares, problemas digestivos, incontinencia urinaria, prolapsos, etc.

Es importante destacar que esta separación no es exclusiva de mujeres embarazadas. También puede ocurrir debido a un aumento repentino de peso o como resultado de una mala técnica en la realización de determinados tipos de ejercicios. Por lo tanto, es fundamental consultar a un fisioterapeuta especializado para recibir una evaluación completa de cómo se activa la zona y diseñar un plan de tratamiento personalizado, enfocado en lo que realmente necesites trabajar, incluyendo también, tu postura, tu actividad diaria y el deporte.   volver ↑

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