Rehabilitación postquirúrgica de próstata
La hiperplasia prostática benigna (HPB) o el cáncer de próstata son dos afecciones comunes que pueden requerir cirugía de próstata.
La hiperplasia prostática benigna es una afección frecuente en hombres mayores, en la cual, la próstata aumenta de tamaño y puede obstruir la uretra, causando síntomas como dificultad para orinar, micción frecuente y nocturia (necesidad de orinar durante la noche).
El cáncer de próstata, por otro lado, implica el crecimiento anormal de células en la próstata.
Tras la cirugía de próstata, los hombres pueden experimentar varias secuelas que pueden variar según el tipo de procedimiento realizado y la condición especifica del paciente. Algunas secuelas comunes incluyen la incontinencia urinaria, la disfunción eréctil, las cicatrices postquirúrgicas y/o el dolor pélvico. volver ↑
Incontinencia Urinaria
La cirugía de próstata es la primera causa de incontinencia urinaria en hombres y, aunque se atribuye, en general, a una lesión directa sobre el aparato esfinteriano de la uretra o en su inervación, suele ser multifactorial.
Es frecuente experimentar, tras la retirada de la sonda, un goteo constante al caminar, al tumbarse, al entrar en el coche o ante cualquier esfuerzo, ya que la próstata, que anteriormente actuaba como punto de cierre uretral, ya no está presente. Por lo tanto, aunque la incontinencia urinaria suele ser temporal y los síntomas mejoran al cabo de unos meses, es importante fortalecer la musculatura perineal para asumir la función de esfínter en esta nueva situación.
Pese a que se ha demostrado que iniciar la rehabilitación lo antes posible, incluso antes de la cirugía, aumenta las posibilidades de éxito del tratamiento, el objetivo principal será reducir las secuelas, aunque no necesariamente alcanzar la continencia total. volver ↑
Disfunciones sexuales
Junto con la incontinencia urinaria, la disfunción eréctil es uno de los principales efectos secundarios de la cirugía de próstata.
Se origina debido a daños estructurales en arterias, venas y nervios (bandeletas neurovasculares) que permiten y mantienen la erección durante las relaciones sexuales. Preservar estas estructuras está asociado con un menor riesgo de disfunción eréctil postoperatoria. Aunque los cirujanos intenten conservarlas, siempre que sea posible, esto puede no ser factible.
El tiempo transcurrido desde la intervención también afecta a las posibilidades de recuperación. Sin un flujo sanguíneo adecuado en los tejidos del pene, los cuerpos cavernosos se atrofian con el tiempo, lo que dificulta, aún más, su recuperación funcional. Por lo tanto, iniciar la fisioterapia lo antes posible aumenta las posibilidades de recuperación. volver ↑
Cicatrices quirúrgicas
Las cicatrices son el resultado visible del proceso natural de curación del cuerpo después de una lesión, cirugía o trauma en la piel u otros tejidos. Se forman cuando el cuerpo repara y regenera el tejido dañado, creando un tejido conectivo que reemplaza al tejido original.
Aunque son parte del proceso natural de curación y varían según la fisiología de cada persona, no conservan las propiedades elásticas del tejido sano, existiendo un riesgo de formación de cicatrices anómalas. Por ello, iniciar el tratamiento con fisioterapia lo antes posible es fundamental para prevenir cualquier secuela:
- Zonas más hundidas o engrosadas que pueden volverse dolorosas
- Limitaciones en la movilidad de los tejidos
- Trastornos en la sensibilidad como hipoestesias, hiperestesias, disestesias o alodinias
La fisioterapia se convierte, así, en una herramienta crucial para prevenir y abordar estas complicaciones comenzando tras la retirada de las grapas/puntos.
Tipos de cicatrices:
- Inmadura: se observa rojiza, elevada, más prominente y con una textura más irregular que se da en etapas tempranas del proceso de cicatrización, donde el tejido cicatricial aun está en desarrollo y no ha alcanzado su madurez completa. Es parte normal y necesaria del proceso de curación, pero es importante monitorear de cerca la cicatriz y seguir las recomendaciones.
- Madura o Normal: es el resultado final del proceso de cicatrización de una herida. En esta fase, la cicatriz ha perdido su aspecto inicial inflamatorio y ha adquirido una apariencia más plana, pálida y suave, en comparación con la piel circundante. Si bien es posible que la cicatriz nunca desaparezca por completo, con el tiempo, tiende a volverse menos evidente y problemática para la persona afectada.
- Atrófica: se caracteriza por tener una apariencia hundida o deprimida, en comparación con la piel circundante. Pueden tener diversas causas: acné, varicela, heridas profundas, cirugías, quemaduras, etc.
- Hipertrófica: es un tipo de cicatriz anormal que se forma como resultado de un exceso de producción de tejido cicatricial (colágeno) durante el proceso de curación de una herida, pero que no se extiende más allá de los bordes de la herida inicial. Se presentan como elevaciones en la piel, de color rojo o rosado. Inicialmente, y pueden causar picazón, sensibilidad, e incluso, dolor. Algunas personas son más propensas a desarrollar este tipo de cicatrices.
- Queloide: es otro tipo de cicatriz anormal que se caracteriza por un crecimiento excesivo del tejido cicatricial, más allá de los límites de la herida original. Estas cicatrices son, generalmente, más grandes, gruesas, elevadas y prominentes que la lesión original y pueden tener un aspecto abultado, irregular y de coloración más oscura que la piel circundante.
Las cicatrices queloides pueden desarrollarse en cualquier parte del cuerpo, pero son más comunes en áreas donde la piel está sujeta a tensión o fricción, como el pecho, los hombros, la parte superior de la espalda, el cuello y las orejas. - Retráctil: se forman cuando hay una perdida significativa de tejido durante el proceso de cicatrización, como las que se dan en quemaduras graves y cirugías extensas, lo que resulta en una disminución de la elasticidad y la flexibilidad de la piel. Se caracterizan por causar retracción o contracción en la piel circundante, lo que puede provocar deformidades visibles en la apariencia de la piel y restricciones en el movimiento. volver ↑
Diástasis abdominal
Hay una creencia generalizada de que la diástasis abdominal afecta exclusivamente a las mujeres tras el parto. Sin embargo, este problema no se limita al género femenino, ya que los hombres también pueden experimentar una separación de los músculos rectos del abdomen (el famosos “six pack”).
Dicha separación puede desencadenar una variedad de síntomas cuya gravedad depende del grado de separación muscular y otros factores personales. Entre los síntomas más frecuentes se encuentran:
- Protuberancia abdominal: bulto visible que se forma en la línea media del abdomen cuando te levantas o haces un esfuerzo.
- Falta de tono muscular: apariencia de flacidez en el área abdominal.
- Dolor lumbar: la separación de los músculos rectos abdominales puede afectar a la estática de la columna vertebral causando dolor en la zona lumbar baja.
- Malas posturas
- Problemas digestivos: malas digestiones, gases, estreñimiento, etc.
El tratamiento es igual para hombres y mujeres siendo especialmente importante prestar atención a la respiración, la postura y el trabajo de la musculatura profunda del abdomen.
La fisioterapia especializada evaluará cuál es la mejor opción para tu situación particular tras una valoración específica. volver ↑